Es curioso que debido a mi madre, que no le tenía mucho cariño a la Conchita (lo típico que una persona te entra o no te entra sin ningún motivo de peso), durante mi niñez sabía quien era Concha Velasco (ojeaba todos los fines de semanas la revista Teleindiscreta y la revista Pronto en casa de mis abueluchos), pero apenas seguía su carrera. Por no ver, no veía ni Sorpresa, sorpresa (aunque si conozco el famoso caso de la mermelada y Ricky Martín que Concha gestionó divinamente). Sin embargo, Concha fue conquistándome poco a poco, pronto me di cuenta que ella era una de esas mujeres, como también lo fueron las nombradas María Teresa Campos y María Jimenez, que siempre luchaban por hacer lo que más les apasionaba, su trabajo en un mundo de machirulos. Y como en el caso de María Jiménez, con doble mérito con el acompañante amoroso (si se les puede llamar así a Paco Marsó) con el que le tocó lidiar. El día que la vi hablar del tema, no recuerdo si fue en Aquí hay tomate o en otro programa de la época, y decir que a lo único que estaba enganchada en ese momento era a las pipas lo entendí y comencé a amarla.
Dejando su vida personal a un lado, esa que contaba siempre con ese toque de humor que hace que las desgracias parezcan menos (y que yo me he apropiado), como cuando contó el desgraciado accidente de su perro con un ascensor y un guante, Concha es y será una de las mejores artistas que nos ha dado este país. Tan pronto presentaba (Querida Concha, Sorpresa, sorpresa o Cine de Barrio, que condujo hasta 2020), que hacía series (la recuerdo en Compañeros, Hospital Central, Gran Hotel o Las chicas del cable, donde fue descubierta por el público más joven). Pero si algo amaba era el teatro. ¡Cómo agradezco haberla podido ver en obras como La vida por delante, Concha, yo lo que quiero es bailar, Olivia y Eugenio o Reina Juana (simplemente su papel en esta obra era de otro mundo. ¡Espectacular!). Y como bien temí cuando decidí no acudir a la función de La habitación de María en el teatro Gayarre, hay veces que no se puede estar en dos sitios a la vez: aquella podría ser la última vez que podría ver a Concha en directo. Y así fue. DEP Concha, al final conquistaste no solo el corazón de Supremme y del Comando Sajen (Sergio, Cris y yo), también el corazón de mi madre, y es que además de ser una de las mejores actrices de este país, te hacías querer.
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