domingo, 29 de mayo de 2011

La manifestación del orgullo gay ruso acaba, una vez más, a palos y con más de 30 detenidos

Hoy dejaré a un lado la televisión y demás frikadas varias para ponerme serio. Por desgracia seguimos viviendo en un mundo homófobo, xenófobo y mil cosas más terminadas en fobo y que se salen de la norma predominante. Ayer leía en el periódico y en la web estanochegay.com que "Más de 30 activistas han sido detenidos en el centro de Moscú cuando se intentaba celebrar marchas del orgullo gay" y no pude, primero, enfadarme. Segundo, sentir impotencia. ¿Tan difícil es convivir con la gente que piensa distinto a ti? Parece ser que siempre venden la palabra respeto los que carecen de ella.





Por último, recordé que lo de Rusia no es nuevo y que yo había escrito sobre ello. He investigado en mis escritos y he encontrado un texto de opinión sobre el asunto que escribí en 2006 y que deja ver claramente que nada a cambiado. Nunca un texto mio de hace más de 5 años había estado tan de actualidad. Os lo dejo aquí, integro y sin ninguna modificación.

En España muy poco a poco estamos consiguiendo que las personas homosexuales se sientan integradas en la sociedad, ahí queda la ley que les permite casarse. Pero en Rusia la situación es casi la contraria. Ayer grupos radicales y la policía reprimieron de forma violenta y anticonstitucional la primera manifestación gay en Moscú. Los homosexuales querían reivindicar sus derechos y denunciar la homofobia y la discriminación. Y aunque estaban en su derecho, la manifestación es una opción que aparece en la constitución rusa, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, la prohibió. “Si el desfile tiene lugar, sus participantes corren el riesgo de salir escaldados. ¿Y si les pegan? ¿Quién les va a defender?”, sentenció Yuri Luzhkov. Y desgraciadamente, así ocurrió.

Sin duda, la decisión de Luzhkov es un acto de discriminación contra una minoría sexual y esto debería ir en contra de la legislación vigente en Rusia y en el mundo. Esta discriminación se ve por ejemplo cuando el alcalde de Moscú permite un tipo de manifestaciones pero no otras, como ocurre con las convocadas por los fascistas. Además, detrás de esta prohibición nos encontramos con que Luzhkov quiere satisfacer a la Iglesia Ortodoxa y a los nacionalistas, que son quienes le votan. Por ejemplo, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), Alexis II, dijo que la iniciativa era un “sacrilegio”.

Pero lo más vergonzoso de todo es que la Fiscalía no revocará la decisión de las autoridades pese al recurso judicial presentado por los organizadores del desfile. En Rusia, a día de hoy, los derechos de las minorías no cuentan. Por eso hay que aplaudir la labor de organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional, Human Rights y el Grupo de Helsinki, que han condenado dúramente la prohibición del gobierno ruso. También hay que alabar la decisión de los miembros de gobiernos extranjeros que acudieron hasta Moscú para participar en la manifestación, pese a saber que iba a haber una represión violenta por parte del gobierno de la ciudad. Por eso, quizá si el Gobierno ruso se ve amenazado por gran parte del resto del continente europeo algún día cambie su política. La presión es uno de los primeros pasos que se deben dar para que se den cuenta de que la homosexualidad es una opción como cualquier otra.

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