miércoles, 15 de noviembre de 2023

Carlos Salinas nos invita a dejarnos llevar en una sandía gigante

"Voy a comprar el nuevo CD de Carlos Salinas. ¿Quieres que pida también uno para ti?", me dijo Serchtiki hace ya unas semanas. No dude. Es verdad que últimamente le tenía la pista un poco perdida, pero Carlos Salinas es mi voz masculina favorita del mundo mundial. Pues bien, hacía tiempo que no escuchaba un CD entero (¿alguien hace discos enteros ya?) tan bonico.
 

Viaje en una sandía gigante, se nota que está hecho con el corazón. Que es un trabajo que le ha salido de dentro. Disfrutándolo (y doliéndolo a partes iguales). Sin prisas. Sin miedos. Sin presiones por el que dirán. Con la seguridad que te dan los treinta y pico años de vivir las cosas intensamente y, además, de mostrarlas tal como las sientes, porque a estas alturas de la vida ya te da igual lo que opinen los demás (que está de más) y lo que sientes lo sientes incluso con más intensidad que cuando tenías veinte y no sabías de que va la vida, o no sabías que ciertas cosicas no se sienten todos los días y que es una suerte poder volver a vivirlas. Por lo que cuando llegan, si es que llegan, hay que montarse en la colchoneta y dejarse llevar.

El viaje en el flotador para dos está mimado al milímetro, desde la imagen del CD, que es preciosa, pasando por los detallicos (en forma de púa, collar y chapa), y hasta el sonido, que escapa del cantautor de sus comienzos para juguetear con un sonido más electrónico (y elegante a la vez) al más puro estilo evolución de Zahara (si se me permiten las comparaciones). Eso sí, sin perder la esencia Salinas en ningún momento.


El disco contiene diez canciones que están separadas en tres actos y un epilogo. Las canciones están marcadas por un estilo pop electrónico donde el synthwave (género de música electrónica influenciado por las bandas sonoras de películas, música y videojuegos de los años ochenta) está muy presente. Al menos en los dos primeros actos. El disco se despide dejando a un lado la electrónica para dar paso a la simpleza de una guitarra o de un piano, con canciones menos festivaleras, pero más emocionales. 

Todas las canciones están compuestas por el propio Carlos Salinas excepto Mi mente vuela y Quise bailar donde también participó Frank Gaz y Millón de colores que está compuesta por Jake Boncutio, quien además ha sido el productor de las primeras siete canciones. La producción de las tres últimas corre a cargo de Edu del Val. César Otero se ha encargado de la imagen.