miércoles, 30 de septiembre de 2015

Maite Galdeano Marañón, la elegida de Dios, tiene que ser repescada. #GranHermano16




Sí, Maite Galdeano Marañón, la concursante más polémica no ya de la última edición de Gran Hermano, sino de los últimos años (quizá desde Aída Nizar nadie había dado tanto que hablar en tan pocos días), tiene que ser repescada. De acuerdo, Maite ha hecho y ha dicho cosas que no tienen perdón de Dios (ni del que según ella la ha elegido), pero... ¿Quién no estaba apunto de cambiar de canal en la primera gala de #GranHermano16 cuando de repente apareció ella junto a su hija? Yo sí.



La Maite, pionera en la conducción de autobuses públicos, amante del gimnasio, los perritos y los africanos guapos... y quizá no tan guapos, porque para ella los hombres son como clínex, ha venido para quedarse. Y si tiene que besarse los brazos para demostrar el buen polvo que echó padre y madre para hacerla, lo hace. Si tiene que liarla parda con el culo al aire a las pocas horas de entrar porque no le dejan dormir, se hace. Si tiene que ponerse encima de la mesa a cantar la papela la papela del camión, también. Y es que Maite todavía tiene mucho que dar. Tiene que ser repescada. No podemos desperdiciar un personaje así. Es más, a su favor diré, ser como ella tiene que ser muy duro, pero ser así en Pamplona (capital de lo clásico y muchas veces de lo rancio y el color gris, matadme si queréis pero es así) tiene mucho mérito. Y repito, no justifico muchos de sus comportamientos, pero ni los malos son tan malos ni los buenos tan buenos.

Está claro que Maite no ha tenido una vida fácil y que su separación ha marcado su forma de ser actual. Dejémosla de mirar con lupa y disfrutemos de su ironía y buen humor, que detrás de esa fachada tan de Aída Nizar hay mucho de estas dos cosas. #RepescaMaite






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